Introducción: Todos, en más de una ocasión a lo largo de nuestras vidas cristianas, nos vemos enfrentados a cumplir con alguna misión encomendada por el Señor. En un principio nos sentimos gozosos, tan privilegiados: “Dios me escogió a mí para realizar esto”, pero por el camino surgen ciertas dificultades con las que no contábamos, incluso experimentamos confusión cuando Dios calla respecto a lo que estamos viviendo.
En esta ocasión, estudiaremos una experiencia vivida por los discípulos de Jesús, y a través de ella entenderemos mejor LA NATURALEZA DE LAS ÓRDENES DE DIOS.
I LA COMISIÓN vv 45-46
• Mientras despedía a la multitud que le seguía sólo a causa del milagro de la alimentación de los 5 mil, Jesús mandó a los discípulos que entrasen en la barca y emprendiesen la travesía a Betsaida, la otra orilla del lago. Luego subió a un monte a orar, cuando llegó la noche (la puesta de sol) aún estaba ahí solo, lo más probable que intercediendo por los hombres para que fueran fortalecidos en la prueba que les sobrevendría.
• De la misma manera en que Jesús obró en la multitud ha obrado en los miembros de Su Iglesia: a través de Su Palabra, Su consuelo, Su compasión, Sus milagros, etc.. Pero siempre aparta a algunos y los manda a embarcarse en algo nuevo o diferente, éstos deben “cruzar el mar” para poder cumplir con el mandato divino, es decir para poder llegar a la otra orilla. La multitud quedó atrás, los discípulos escogidos, los que cambiarían al mundo van más lejos. Algunos de ustedes fueron rescatados del descarrío (ya no se congregaban), otros vienen de otras congregaciones. El Señor les apartó y le ordenó embarcarse en La Gloria Postrera y la orden es “Llegar a la otra orilla”.
• Usted está en una barca llamada VISIÓN no hablo de una institución evangélica, sino de la comisión que Dios le entregó. Las Escrituras no nos dicen que los discípulos hayan sabido para qué debían navegar hasta Betsaida, pero se embarcaron. El Señor a ustedes les dijo “Eres de acá” y, con mayor o menor dificultad, también obedecieron. A aquellos hombres y a ustedes, Jesús los envió más lejos, porque quiere que le conozcan en otra dimensión, en un área que jamás le han visto. Además, probablemente Jesús haya querido evitar que sus discípulos se contagiaran con la idea de la muchedumbre de hacerle rey, cosa totalmente opuesta al plan divino, ya que tenía una connotación completamente terrenal. Hermanos amados, les exhorto a no olvidar esto, el propio Dios Eterno les escogió para sus planes. No se bajen de la barca, como, lamentablemente otros ya lo han hecho, pues estamos en medio del mar y se pueden ahogar.
II LA TORMENTA: LOS PROBLEMAS vv 47-48
TEXTO: Mc 6.45-52 y paralelos: Mateo 14.22-27,Juan 6.16-21
• Como ya vimos, los discípulos se embarcaron y Jesús quedó solo en tierra, orando en un monte, después de haber despedido a la terrenal multitud. Cuando ya habían remado hasta la mitad (unos 5 ó 6 km) se levantó un gran viento contrario que provocó que la barca fuera azotada por las olas. La tormenta arreciante era tan impresionante que estos experimentados pescadores sintieron pánico. Los discípulos estaban desesperados y Jesús... se veía por ninguna parte. Estaban tan acostumbrados a verlo, su fe dependía de este hecho: la presencia física de Jesús, pero ahora que el Maestro no se veía, estaban perdidos. Vámos al monte: Jesús oraba intensamente, tal vez fue en esta soledad desértica cuando Satanás pretendió hacerle caer, tal vez conversaba con el Padre acerca de Su sacrificio final, lo que sí es seguro es que intercedía por aquellos que Él tanto amaba. Los discípulos se sentían tan abandonados ¡Jesús les había ordenado embarcarse y ahora no se veía por ninguna parte! Pero Mc nos dice en el v48 que Jesús los miraba, veía con cuánto esfuerzo remaban, y cuando la oscuridad de la noche era más espesa
• Sí, fue Dios mismo el que a usted le dijo: “Sube a esta barca. Obedece mi llamado”. Ha remado junto a sus hermanos durante un tiempo y de vez en cuanto se ha levantado viento en contra, para algunos el oleaje ha sido más fuerte que para otro, o tal vez no, quizás algunos llaman tormenta a una suave brisa. ¿Cuántas veces, en medio de esa tormenta usted ha dicho: “¿y dónde está Jesús en esto”? “No, esto no es del Señor, porque si lo fuera habrían más hermanos, llegaría más gente”; ¿cuántas veces ha preguntado “¿Para qué me habré venido para acá”?
• ¿Tan pronto olvidó quién fue el que le dijo “Sube a esta barca y llega a la otra orilla? ¿Ve sólo a Cristo cuando hay profecías, o multitudes llegando a Cristo? ¿Quién le dijo que podía bajarse del bote? Usted lo único que debe hacer es obedecer y remar, remar, hasta llegar a la otra orilla, ¿qué los otros se están cansando y ya no reman, es más algunos hasta se han bajado? Pues usted debe seguir remando, porque es a usted a quien Jesús está mirando desde el monte “Viendo cómo rema”. Sí, van a haber tempestades en la congregación y en su vida personal, también sentirá que “esto no es lo que yo creía”, pero Dios jamás condicionó su orden a supuestas victorias humanas que no siempre se ajustan a la definición divina de éxito.
III LA CALMA: LA SOLUCIÓN vv48b-51
• No olvidemos que era de noche cuando estaban estos hombres en el mar. El Señor les veía remar con gran esfuerzo debido al viento en contra; y cuando era cerca de la cuarta vigilia de la noche, es decir entre las 3 y 6 de la madrugada, Jesús bajó del monte y caminó sobre el mar en dirección a ellos, Mc dice que “quería adelantárseles”. Cuando lo vieron, se asustaron tanto, pues creyeron que era un fantasma, pero Jesús los calmó diciéndoles “YO SOY, no temáis”. Se subió a la barca y se calmó el viento. Los discípulos se maravillaron al ver esto.
• Cualquiera sea la situación que estemos experimentando, si el Señor nos involucró en ella, tengamos la certeza que de que Él bajará del monte cuando lo crea conveniente. Jesús no se les presentó inmediatamente iniciada la tempestad, esperó y en ningún momento apartó sus ojos de ellos y cuando la noche estaba más oscura, cuando vio que la situación estaba empeorando bajó y les mostró su poder. Dios le involucró en todo esto y en los peores momentos, cuando su noche esté más oscura Él se presentará sobre su problema y todo volverá a la calma. Y ahí dirá “Gracias, Señor, porque siempre estuviste pendiente de mí para que yo pudiera cumplir contigo.”
AMÉN.
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