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Texto:
1Jn 2.17: "Y el mundo pasa, y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre."
Introducción:
La oración más conocida del mundo cristiano es el Padrenuestro. La mayor parte de los cristianos la podemos decir de memoria. Esta oración modelo enseñada por Jesús recita en una parte:
"... Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo..."
¿Les gustaría vivir en la voluntad de Dios? ¿vivimos realmente en la voluntad divina? Es de esperar que ambas respuestas sean afirmativas.
El salmo 2 dice que el mundo está en rebelión contra Dios y contra Su Ungido, aquel que no ha recibido a Jesucristo en su corazón como Salvador personal no busca hacer la voluntad de Dios; pero nosotros somos la Iglesia de Cristo, por lo tanto DEBEMOS VIVIR EN LA VOLUNTAD DEL SEÑOR.
Lo podemos hacer a través de los tres siguientes pasos.
I De acuerdo a los evangelios: antes de que Jesús fuera apresado estuvo orando en el huerto, ya que era un momento de muchísima aflicción, pero a pesar de todo lo que venía, oró a su Padre diciendo:
"Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero que no sea como yo quiero, sino como tú.(...) Otra vez fue y, oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad."
Pese al momento crucial que estaba viviendo el Señor, su único interés era que la voluntad del Padre fuera hecha en su vida. Entonces podemos decir que el primer paso es BUSCAR LA VOLUNTAD DE DIOS, debemos PEDIR QUE LA VOLUNTAD DE DIOS SEA HECHA EN LA TIERRA Y EN MI VIDA. (Ro 12.2)
Y ¿cómo lo hizo, Jesús? Una de las formas más eficaces es a través de la oración. Ro 12.12 dice que oremos sin cesar, es decir que no debemos dejar de orar. Aunque no nos demos cuenta a través de la comunicación oral con Dios recibimos mucha claridad respecto a Él; es en el momento cuando Dios y yo estamos solos en que Él me cuenta sus intimidades y yo aprendo a conocerle más. 1Ts 5.17 dice que oremos en todo tiempo, no solamente cuando estemos tristes o preocupados.
La otra forma de excelente eficacia para buscar la voluntad de Dios es mediante la lectura de la Escrituras y la meditación en ellas. En Jn 5.39 Jesús nos ordena escudriñar las Escrituras por todos los beneficios que ello implica. De acuerdo al Diccionario de la Real Academia Española, escudriñar significa "Examinar, inquirir y averiguar cuidadosamente una cosa y sus circunstancias". En la Palabra de Dios está todo lo que debemos y podemos saber respecto a lo que Él desea, ¿quiere buscar la voluntad de Dios? Lea la Biblia, estúdiela, memorícela, repásela diariamente. Sea como los hermanos de Berea quienes al escuchar lo que Pablo decía, no se quedaron con sus palabras sino que escudriñaron las Escrituras para saber si lo que este apóstol decía era tal cual.
En 2Co 7.1 dice que debemos consagrarnos a Él, nuestra santidad debe ser perfeccionada en el temor de Dios. La consagración, que es la entrega total a Dios, es otra forma a través de la cual mostramos al Señor que deseamos su voluntad en nuestra vidas. Debemos hacerle saber a Dios que anhelamos que su voluntad maravillosa sea cumplida. Recordemos nuevamente que en el modelo de la oración, el Padrenuestro, Jesús nos enseñó que pidiéramos que la Voluntad del Padre sea cumplida en la tierra de la misma manera que se cumple en el cielo. Dios es perfecto, nos conviene de todas maneras que su voluntad sea cumplida, Él siempre busca lo mejor.
II Después que hemos buscado la Voluntad bendita de Dios, es de vital importancia que demos el segundo paso: CONOCER Y ENTENDER LA VOLUNTAD DE DIOS.
Tal vez llevamos largo tiempo pidiendo y buscando que la voluntad sea hecha en nosotros, pero qué diría usted si le digo que esa petición es de rápida respuesta y que a lo mejor ese mismo tiempo Dios lleva mostrándola, pero usted no se ha dado ni cuenta.
Jn 7.17 dice: "El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios o si yo hablo por mi propia cuenta";
es decir, debemos estar en condiciones de identificar lo que viene de Dios y lo que no, de lo contrario, cualquiera va a decir barbaridades con la etiqueta de "voluntad de Dios". ¡Cuántos se han apartado del camino recto porque creyeron en doctrinas de demonios ya que, aun amando al Señor, no tenían ni idea de las verdades fundamentales de la sana doctrina! El que quiere hacer la voluntad de Dios debe estar preparado para rechazar lo que no viene del Señor. Para ello requerimos de algunas capacidades:
Mal 3.18 dice "entonces se volverán y discernirán la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve."
1R 3.9 nos cuenta como Salomón oró a Dios: "Concede, pues, a tu siervo un corazón que entienda para juzgar a tu pueblo y discernir entre lo bueno y lo malo".
Entonces debemos estar capacitados para discernir ("distinguir una cosa de otra, señalando la diferencia que hay entre ellas. Comúnmente se refiere a operaciones del ánimo"), Dios no es Dios de confusión, Él es el más interesado en que tengamos su voluntad clara para que así podamos ejecutarla. Pero no es solo cosa de querer discernir lo que viene o no del Señor, debemos hacer lo que Salomón hizo, pedirle a Dios que le ayudara. En el Sal 119.125 leemos las palabras del salmista:
"Tu siervo soy yo, dame entendimiento para conocer tus testimonios."
III Si buscamos y pedimos la voluntad divina, la conocemos y la entendemos por completo, pero no la obedecemos es tarea perdida. Así que, el tercer paso es OBEDECER A LA VOLUNTAD DE DIOS.
1P 1.22 dice: "Ahora ustedes, al obedecer el mensaje de la verdad por medio del Espíritu Santo, han purificado sus almas para amar sinceramente a los hermanos. ámense unos a otros con todas su fuerzas, con amor puro."
Ef 6.6 Nos habla de actuar como siervos del Señor buscando el agradarle a Él haciendo su voluntad de corazón.
Nosotros los que hemos sido lavados con la sangre de Jesucristo debemos imitarle en todo, en He 5.7-8 leemos estas maravillosas palabras:
"Y Cristo, en los días de su vida terrena, ofreció ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que lo podía librar de la muerte, y fue oído a causa de su temor reverente. Y, aunque era Hijo, a través del sufrimiento aprendió lo que es la obediencia".
El ejemplo de Jesucristo debería ser argumento suficiente como para obedecer a Dios ya mismo, pero las Escrituras nos ofrecen más base que nos exhorta a la obediencia:
2Co 10.5-6 "derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios; y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, y estando dispuestos a castigar toda desobediencia, cuando la obediencia de ustedes sea perfecta."
Agregamos lo que dice en 1R 20.36:
"Él le dijo: Por cuanto no has obedecido a la palabra de Dios, te atacará un león cuando te apartes de mí. Y cuando se apartó de él, le salió al encuentro un león y lo mató."
Estos pasajes claramente establecen que hay castigo para la desobediencia; todo pecado es desobediencia en esencia, porque cuando pecamos es porque estamos haciendo exactamente lo opuesto a Dios. ¿Qué sacamos con tener claros los requerimientos divinos si hacemos caso omiso de ellos? Cuidado, Dios no puede ser engañado Él demandará justamente. En Flm v21 Pablo registra:
"Te he escrito confiando en tu obediencia, sabiendo que harás aun más de lo que te digo."
Busquemos que Dios tenga esta misma confianza en nosotros, que Él sepa que nosotros estamos dispuestos a entregar más de lo que se nos pide.
Conclusión.-
La clave de una vida plena en el Señor es el cumplimiento de la voluntad de Dios en nuestras vidas: buscarla, conocerla y obedecerla son los tres pasos que nos llevan a esa plenitud de vida. El que vive en rebeldía es como una huella en la arena seca: en cualquier momento una brisa suave la hará desaparecer, pero "el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre." Sigamos el ejemplo de Jesús.
(Llamado a obedecer a la más urgente orden de Dios: aceptar a Cristo.)
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1 comentario:
Los tres pasos para agradar a Dios están interesantes: Buscar,entender y obedecer la voluntad de Dios. Bendiciones. Amén.
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