Pastora Jeannette González de Véjar
Leamos Jeremías 20:7-18
Dios quiere que nosotros ( hombres y mujeres) también nos levantemos como este profeta, como un Jeremías, como los profetas de aquellos tiempos, para que también hablemos en Nombre de Jehová de los Ejércitos, y que como ellos también seamos capaces de denunciar la obra de Satanás. Pero ¿cuántos hemos recibido una palabra de Dios en nuestros corazones? y ¿cuántos de nosotros tenemos miedo de hablar? Nos quedamos callados ante las injusticias, ante lo malo que está sucediendo en nuestros propios pueblos. No nos atrevemos a denunciar, tememos ser perseguidos, tememos que se levanten en nuestra contra. Pero he aquí Jeremías, se levantó y habló, pese a que todos estaban en su contra, incluso su familia, su rey, sus amigos, todos.
Sin embargo, llegó un momento en que este profeta se levantó contra Dios, le recriminó, le reclamó. Muchas veces usted se ha sentido así, no ha podido hablar lo que Dios ha puesto en su corazón por miedo. El Espíritu Santo ha querido mover sus labios para que usted sea un instrumento ante una iglesia, ante un pastor, ante una ciudad, y usted ha callado.
Hoy dentro de las iglesias hay muchos cobardes que se están levantando en contra de Dios, son muchos los que callan; es aquella cobardía en nosotros la que no nos deja decir lo que Dios quiere que digamos.
7«Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste;» dijo este profeta. El término «seducir» en hebreo significa «tomar algo a la fuerza». Dios no preguntó a Jeremías si quería ser profeta o si quería entregar palabra. Jehová tomó a este hombre para entregar grandes profecías, de las cuales (según estudios nos indican) algunas pocas se cumplieron en su época, muchas vieron cumplimiento después de su muerte y también hay algunas que aún no se han cumplido. Jeremías, este profeta de Dios se levantó, Dios lo tomó y él no se pudo negar, pues en él había un corazón dispuesto. No entró a la fuerza y tomó de la nada, Dios tomó a uno que Él había llamado. Este profeta reconoció que Dios era más fuerte que su propia voluntad.
Usted y yo no podemos ir en contra de Dios, no podemos levantarnos contra este Poderoso Dios, no podemos ir contra este Dios que está sentado sobre el círculo de la tierra, este Dios que está por encima de toda esta humanidad, que está por encima de gobernantes y de reyes , Este el Dios Eterno, Este es el Dios de Misericordia, El que sedujo a Jeremías.
«Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste;», decía Jeremías, se sentía vencido, no podía negarse, al igual que usted, que siente fuertemente el llamado; cuántos problemas, cuántas dificultades, cuántas cosas que quieren apartarlo de Dios, pero no puede, porque hay en su corazón como un fuego ardiente y se mete en nuestros huesos, tratamos de sufrirlo, tratamos de apartarnos , de dejarlo todo, pero no podemos, porque fuimos vencidos por Aquel que todo lo puede, por que Él es más fuerte. Y seguimos adelante, pero se levantan contra nosotros cada día y nos cansamos y ya las fuerzas no nos dan, no sabemos qué hacer, pero allí está Jehová de los Ejércitos.
«Cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí». Sí, así es cuando se levanta un profeta del Señor, cuando se levanta un hombre de Dios , cuando se levanta una mujer del Todopoderoso; así le sucede a todo aquel que quiere decir lo que Dios ha puesto en su corazón. Muchos que llevan una vida llena de faltas sienten temor a ser descubiertos, muchos engañadores sienten temor, qué mejor entonces que levantarse en contra de esos hombres. Hoy son tan pocos, ponga atención, son tan contados, tan escasos aquellos hombres y mujeres que se atreven a hacer como este profeta,que se levantó y así pudo entregar Palabra de Dios a muchos lugares.
Aun su propia familia no lo entendía. Dicen las Escrituras que Dios le pidió que ni siquiera se casara, pues lo que venía a estas tierras era terrible, lo que estaba profetisando era muy doloroso, por lo tanto Dios lo ponía alerta para que no trajese hijos, pues ellos iban a sufrir las consecuencias del pecado, de la maldad que existía en la tierra, y que hoy también vivimos. Sí, muchos en la actualidad están con sus vidas hundidas, sucias, llenos de mentiras, engañando a los pequeños, a los que buscan al Señor. Cuántos mienten cada día a su congregación, algunos líderes se levantan porque quieren un lugar en alto, quieren ser reconocidos, y ellos saben que están hablando mentiras, y saben que se están levantando contra aquellos que han creído al Dios Todopoderoso.
Jeremías estaba allí, enfrentándose al Señor, diciendo más fuerte fuiste . «cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí». Donde él miraba había murmuración, escarnio, burla. ¿Ha sufrido usted esta persecusión por causa del Señor?, ¿se ha sentido fuera de lugar?, ¿ han querido sacarla de lugar en su propia iglesia? ¿Y todo eso simplemente porque usted está haciendo la voluntad de Dios?
8«Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción» Quiero decirles que a Jeremías lo llaman el profeta llorón, porque siempre estaba llorando debido a que cada palabra que venía a él de parte de Dios eran de destrucción, no había palabra que anunciara prosperidad, días mejores, o que anunciaran muchas bendiciones. Igual como sucede hoy, se están levantando falsos profetas que dicen que vendrán bendiciones, que vendrán días mejores. No, no es así, cada día es más complicado, porque esta humanidad ha ido por un lugar equivocado, no se ha dejado conducir por un Dios Todopoderoso. Jeremías no podía profetizar lo que la gente quería escuchar: buenas noticias, algo agradable, que les ayudara a seguir viviendo en concuspiscencia y en maldad, sin preocuparse por el mañana. Pero ahí había una palabra fuerte y verdadera, anunciando dolor, anunciando destrucción, angustia «doy voces, grito: violencia y destrucción; porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día».
Mi hermano, hermana, si usted sabe que está dentro de la voluntad de Dios, si en el lugar en que se encuentra muchos ya le están mirando mal, si se mantiene entregando lo que Dios quiere, si es capaz de llamar pecado al pecado, mientras sea capaz de distinguir una bendición de Dios y lo que no es, lo que es de Dios y lo que es de Satanás, usted será como este gran siervo, usted va a sentir como este gran hombre de Dios. Déjese conducir, tómese fuertemente de la mano del Señor.
«y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre;» Llegó el momento en que Jeremías dijo me olvidaré de Jehová. Cuantas veces usted ha querido dejar todo atrás, muchas veces hemos querido dejarlo todo, hemos querido empezar una vida a nuestra manera, porque pensamos aque así va a ser más fácil, vamos a llevar mejor las cosas, vamos a tener una mejor comunicación con los nuestros.
Así como él también hemos dicho «No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude.». Yo sé que hay muchos corazones doblegados ante Dios Poderoso, porque aquellos pocos corazones sienten esta pasión por la obra de Dios. Fui seducido por Dios, traté de sufrirlo, pero era como fuego ardiente metido en mis huesos. Cuantos han querido dejarlo todo para seguir este fuerte llamado, pues no se puede ir contra este llamado tremendo que viene de parte de Dios. Hay renuncias grandes y fuertes, ¿ cuántos podemos renunciar? ¿a qué podemos renunciar? ¿A los nuestros?, ¿a la comodidad? Recordemos a Job. Nunca se ha levantado un hombre como Job, quien fue capaz de renunciar a todo sin negar el Nombre de Dios. Qué tremendamente difícil es renunciar a pequeñas cosas, a comodidades, a lo efímero que ofrece este mundo.
Pero hay hombres, hay mujeres que una vez recibieron el llamado de Dios, recibieron la orden del Todopoderoso para denunciar la obra de Satanás, pero ellos decidieron callar; no muchas veces el hombre ve la mentira dentro de las iglesias, ve la falsedad , y muchas veces calla por miedo a ser rechazado, o por causa de sus ambiciones personales o porque son amigos de aquellos corruptos. Jeremías tuvo que levantarse contra su propia familia, contra los gobernantes, contra muchos; sus propios amigos se burlaban de él, hablaban escarnio de él; donde estaba el profeta escuchaba murmuraciones de muchos. Muy pocos van a honrar a un hombre que se levanta y entrega la palabra de Dios, muchos se van a dedicar a hablar falsedades contra el vocero de Dios, con el fin de destruirle; muchos van a querer callarle pues tienen miedo a ser descubiertos, porque hay cobardía en ellos, puesto que saben que se levantó un profeta de Dios, saben que se ha levantado un hombre que está hablando en Nombre del Santo Dios y van a ser descubiertos.
«Porque oí la murmuración de muchos, temor de todas partes: Denunciad, denunciémosle. Todos mis amigos miraban si claudicaría. » Muchos esperan que usted caiga, están viendo cada paso, están viendo en qué puede caer para denunciarle, en qué puede usted caer para publicarlo. Allí estaba el profeta, muchos esperaban si renunciaría, «quizá se engañará». Muchos saben que usted habla de parte de Dios, pero comentan «se está engañando, está yendo contra todo, se está levantando contra todos». Pero ahí está el fuego ardiente en nosotros: queremos callar y regresar, pero no podemos, debemos continuar camino.
«Quizá se engañará, decían, y prevaleceremos contra él, y tomaremos de él nuestra venganza. Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante por tanto, los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no »prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada. » Jehová está con usted, como un poderoso gigante. Cuidado aquellos que osan levantarse contra los verdaderos siervos de Dios. Cuidado a los que murmuran contra los verdaderos de siervos Dios, los que persiguen a los enviados de Dios van a tropezar, no van a prevalecer, serán avergonzados en gran manera, no prosperarán, trabajarán harán muchas cosas, pero siempre estarán arruinados, sujetos porque se levantaron contra los hombres y mujeres de Dios. Pueden trabajar 24 horas, pueden granjear todo este mundo, pero no surgirán, qué terrible es levantarse contra un hombre de Dios, contra un verdadero siervo del Señor. Aquellos humillados, perseguidos y pisoteados por causa de Dios sufren afrenta. Tendrán perpetua confusión aquellos que se levantan contra estos pequeños, y jamás serán olvidados por Dios. Aquellos pillos, abusadores, que toman el Nombre de Dios y engañan a los pequeños.
Hace algún tiempo llegó a Antofagasta (importante ciudad del norte de Chile) uno que se llamaba a sí mismo «siervo de Dios», y en el lugar que se alojó sólo dejó dolor, destrucción en las vidas de los que confiaron en él.
Pero aquí hay una palabra fuerte:
«por tanto, los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada. Oh Jehová de los ejércitos, que pruebas a los justos, que ves los pensamientos y el corazón, vea yo tu venganza de ellos; porque a ti he encomendado mi causa. Cantad a Jehová, load a Jehová; porque ha librado el alma del pobre de mano de los malignos.» ¿Está pasando dificultades, o dolores, o está pasando tantas cosas por amor al Señor? Él conoce sus pensamientos, lo que hay en un corazón, él sabe si usted actúa bien o mal, si hay buenos pensamientos para su obra para su avance o si hay allí muchas cosas que le entorpecen para seguir adelante.
«Maldito el día en que nací; el día en que mi madre me dio a luz no sea bendito. Maldito el hombre que dio nuevas a mi padre, diciendo: Hijo varón te ha nacido, haciéndole alegrarse así mucho.» Era tan fuerte el dolor, la persecusión que este gran profeta sufría, que maldijo el día de su nacimiento, el vientre de su madre. Hasta tal extremo llegaba el dolor de este siervo que ya no podía, pero había permitido que Jehová lo sedujese, que lo tomase, lo venciera, por tanto tenía que seguir adelante cumpliendo.
«Y sea el tal hombre como las ciudades que asoló Jehová, y no se arrepintió; oiga gritos de mañana, y voces a mediodía, porque no me mató en el vientre, y mi madre me hubiera sido mi sepulcro, y su vientre embarazado para siempre. ¿Para qué salí del vientre? ¿Para ver trabajo y dolor, y que mis días se gastasen en afrenta?» Eran las preguntas que Jeremías hacía a Dios. Muchas veces usted ha dicho «¿para qué nací, para qué estoy me levanto en el Nombre del Señor si nadie me cree?» Qué importa que nadie le crea, si usted sabe que está haciendo la voluntad neta del Señor. Mientras su voz no se apague, siga adelante, siga denunciando, siga hablando en el Nombre de Dios, siga tomando el Nombre Santo para avergonzar a los mentirosos, a los que han tomado los lugares que no les corresponde.
Quiero orar con usted, pedir al Señor esas fuerzas que solamente Él puede poner. Quiero pedir ese fuego ardiente en nuestros corazones, que siga quemando nuestras huesos y nos dé las fuerzas necesarias para continuar. Que cuando más difícil se haga el camino, sea cuando más podamos mirar a lo alto y veamos que en medio de esas neblinas hay un pedacito de cielo, que nos recuerde que más allá está nuestro amado Señor sentado a la diestra del Padre, y que está dispuesto a sostenernos a alentarnos y que si sufrimos acá un día allá vamos reinar, ya no tendremos cuentas que pagar, no van a haber dificultades y todo será perfecto. Vamos a clamarle por la valentía, por los pocos valientes que se atreven a denunciar la obra del enemigo, por aquellos pocos que se atreven a desenmascararlo, por aquellos perseguidos por la causa de Dios.
Oremos:
Amado mío, usted es mi Amado, Jesús. No hay otro como usted, Incomparable Dios de Israel, Dios de los Ejércitos, de los escuadrones , Señor de señores, Dios de dioses, Rey de reyes. Amado mío, a quién más podemos ir, si solo en usted lo encontramos todo. Oh Señor, de usted vienen las mayores alegrías, el mayor contentamiento, el ánimo nuevo cada día. Oh maestro, aunque todos fallasen, aunque todos nos abandonasen, e incluso nuestro padres se olvidasen de nosotros, con todo usted siempre nos recogerá, y nos tomará, y nos elevará hacia lo alto. Amado mío, ahora pido que se levanten muchos valientes, Jehová de los ejércitos, que se levanten hombres y mujeres con la valentía de ese profeta Jeremías, con esa decisión en sus vidas a causa Jesús. No importa, Señor, que a veces sintamos que no podemos más, que por momentos digamos como este gran hombre «maldito el día en que nací», pero mientras hagamos la voluntad suya, usted enviará fuerzas cada día. Oh Dios, cuantos hombres y mujeres no quieren escuchar, cuantos hoy quieren hablar según su propio corazón y pensamientos. Cuantos hombres conducen mal a otros, pero yo pido que se levanten verdaderos profetas que se atrevan a denunciar, que puedan llamar a la maldad por su nombre. Sí, forme a siervos suyos que verdaderamente quieran cumplir con sus mandamientos, que no se vendan, que no trancen con Su Palabra, que amen a Su pueblo para que así nunca olviden que Usted es el único Bien para ellos. Mi amado Dios, la tierra necesita hombres y mujeres así. AMÉN.
7«Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí. 8Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción; porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día. 9Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude. 10Porque oí la murmuración de muchos, temor de todas partes: Denunciad, denunciémosle. Todos mis amigos miraban si claudicaría. Quizá se engañará, decían, y prevaleceremos contra él, y tomaremos de él nuestra venganza. 11Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada. 12Oh Jehová de los ejércitos, que pruebas a los justos, que ves los pensamientos y el corazón, vea yo tu venganza de ellos; porque a ti he encomendado mi causa. 13Cantad a Jehová, load a Jehová; porque ha librado el alma del pobre de mano de los malignos. 14Maldito el día en que nací; el día en que mi madre me dio a luz no sea bendito. 15Maldito el hombre que dio nuevas a mi padre, diciendo: Hijo varón te ha nacido, haciéndole alegrarse así mucho. 16Y sea el tal hombre como las ciudades que asoló Jehová, y no se arrepintió; oiga gritos de mañana, y voces a mediodía, 17porque no me mató en el vientre, y mi madre me hubiera sido mi sepulcro, y su vientre embarazado para siempre. 18¿Para qué salí del vientre? ¿Para ver trabajo y dolor, y que mis días se gastasen en afrenta?»El profeta Jeremías estaba en las mismas condiciones en las que usted habrá estado tantas veces: se sentía cansado, vencido, él siente que ya no puede más. Este gran hombre,este gran profeta, este gran siervo que fue usado por Dios durante tanto tiempo, ahora también es usado para entregar esta palabra fuerte, la que en este moento es para usted.
Dios quiere que nosotros ( hombres y mujeres) también nos levantemos como este profeta, como un Jeremías, como los profetas de aquellos tiempos, para que también hablemos en Nombre de Jehová de los Ejércitos, y que como ellos también seamos capaces de denunciar la obra de Satanás. Pero ¿cuántos hemos recibido una palabra de Dios en nuestros corazones? y ¿cuántos de nosotros tenemos miedo de hablar? Nos quedamos callados ante las injusticias, ante lo malo que está sucediendo en nuestros propios pueblos. No nos atrevemos a denunciar, tememos ser perseguidos, tememos que se levanten en nuestra contra. Pero he aquí Jeremías, se levantó y habló, pese a que todos estaban en su contra, incluso su familia, su rey, sus amigos, todos.
Sin embargo, llegó un momento en que este profeta se levantó contra Dios, le recriminó, le reclamó. Muchas veces usted se ha sentido así, no ha podido hablar lo que Dios ha puesto en su corazón por miedo. El Espíritu Santo ha querido mover sus labios para que usted sea un instrumento ante una iglesia, ante un pastor, ante una ciudad, y usted ha callado.
Hoy dentro de las iglesias hay muchos cobardes que se están levantando en contra de Dios, son muchos los que callan; es aquella cobardía en nosotros la que no nos deja decir lo que Dios quiere que digamos.
7«Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste;» dijo este profeta. El término «seducir» en hebreo significa «tomar algo a la fuerza». Dios no preguntó a Jeremías si quería ser profeta o si quería entregar palabra. Jehová tomó a este hombre para entregar grandes profecías, de las cuales (según estudios nos indican) algunas pocas se cumplieron en su época, muchas vieron cumplimiento después de su muerte y también hay algunas que aún no se han cumplido. Jeremías, este profeta de Dios se levantó, Dios lo tomó y él no se pudo negar, pues en él había un corazón dispuesto. No entró a la fuerza y tomó de la nada, Dios tomó a uno que Él había llamado. Este profeta reconoció que Dios era más fuerte que su propia voluntad.
Usted y yo no podemos ir en contra de Dios, no podemos levantarnos contra este Poderoso Dios, no podemos ir contra este Dios que está sentado sobre el círculo de la tierra, este Dios que está por encima de toda esta humanidad, que está por encima de gobernantes y de reyes , Este el Dios Eterno, Este es el Dios de Misericordia, El que sedujo a Jeremías.
«Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste;», decía Jeremías, se sentía vencido, no podía negarse, al igual que usted, que siente fuertemente el llamado; cuántos problemas, cuántas dificultades, cuántas cosas que quieren apartarlo de Dios, pero no puede, porque hay en su corazón como un fuego ardiente y se mete en nuestros huesos, tratamos de sufrirlo, tratamos de apartarnos , de dejarlo todo, pero no podemos, porque fuimos vencidos por Aquel que todo lo puede, por que Él es más fuerte. Y seguimos adelante, pero se levantan contra nosotros cada día y nos cansamos y ya las fuerzas no nos dan, no sabemos qué hacer, pero allí está Jehová de los Ejércitos.
«Cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí». Sí, así es cuando se levanta un profeta del Señor, cuando se levanta un hombre de Dios , cuando se levanta una mujer del Todopoderoso; así le sucede a todo aquel que quiere decir lo que Dios ha puesto en su corazón. Muchos que llevan una vida llena de faltas sienten temor a ser descubiertos, muchos engañadores sienten temor, qué mejor entonces que levantarse en contra de esos hombres. Hoy son tan pocos, ponga atención, son tan contados, tan escasos aquellos hombres y mujeres que se atreven a hacer como este profeta,que se levantó y así pudo entregar Palabra de Dios a muchos lugares.
Aun su propia familia no lo entendía. Dicen las Escrituras que Dios le pidió que ni siquiera se casara, pues lo que venía a estas tierras era terrible, lo que estaba profetisando era muy doloroso, por lo tanto Dios lo ponía alerta para que no trajese hijos, pues ellos iban a sufrir las consecuencias del pecado, de la maldad que existía en la tierra, y que hoy también vivimos. Sí, muchos en la actualidad están con sus vidas hundidas, sucias, llenos de mentiras, engañando a los pequeños, a los que buscan al Señor. Cuántos mienten cada día a su congregación, algunos líderes se levantan porque quieren un lugar en alto, quieren ser reconocidos, y ellos saben que están hablando mentiras, y saben que se están levantando contra aquellos que han creído al Dios Todopoderoso.
Jeremías estaba allí, enfrentándose al Señor, diciendo más fuerte fuiste . «cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí». Donde él miraba había murmuración, escarnio, burla. ¿Ha sufrido usted esta persecusión por causa del Señor?, ¿se ha sentido fuera de lugar?, ¿ han querido sacarla de lugar en su propia iglesia? ¿Y todo eso simplemente porque usted está haciendo la voluntad de Dios?
8«Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción» Quiero decirles que a Jeremías lo llaman el profeta llorón, porque siempre estaba llorando debido a que cada palabra que venía a él de parte de Dios eran de destrucción, no había palabra que anunciara prosperidad, días mejores, o que anunciaran muchas bendiciones. Igual como sucede hoy, se están levantando falsos profetas que dicen que vendrán bendiciones, que vendrán días mejores. No, no es así, cada día es más complicado, porque esta humanidad ha ido por un lugar equivocado, no se ha dejado conducir por un Dios Todopoderoso. Jeremías no podía profetizar lo que la gente quería escuchar: buenas noticias, algo agradable, que les ayudara a seguir viviendo en concuspiscencia y en maldad, sin preocuparse por el mañana. Pero ahí había una palabra fuerte y verdadera, anunciando dolor, anunciando destrucción, angustia «doy voces, grito: violencia y destrucción; porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día».
Mi hermano, hermana, si usted sabe que está dentro de la voluntad de Dios, si en el lugar en que se encuentra muchos ya le están mirando mal, si se mantiene entregando lo que Dios quiere, si es capaz de llamar pecado al pecado, mientras sea capaz de distinguir una bendición de Dios y lo que no es, lo que es de Dios y lo que es de Satanás, usted será como este gran siervo, usted va a sentir como este gran hombre de Dios. Déjese conducir, tómese fuertemente de la mano del Señor.
«y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre;» Llegó el momento en que Jeremías dijo me olvidaré de Jehová. Cuantas veces usted ha querido dejar todo atrás, muchas veces hemos querido dejarlo todo, hemos querido empezar una vida a nuestra manera, porque pensamos aque así va a ser más fácil, vamos a llevar mejor las cosas, vamos a tener una mejor comunicación con los nuestros.
Así como él también hemos dicho «No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude.». Yo sé que hay muchos corazones doblegados ante Dios Poderoso, porque aquellos pocos corazones sienten esta pasión por la obra de Dios. Fui seducido por Dios, traté de sufrirlo, pero era como fuego ardiente metido en mis huesos. Cuantos han querido dejarlo todo para seguir este fuerte llamado, pues no se puede ir contra este llamado tremendo que viene de parte de Dios. Hay renuncias grandes y fuertes, ¿ cuántos podemos renunciar? ¿a qué podemos renunciar? ¿A los nuestros?, ¿a la comodidad? Recordemos a Job. Nunca se ha levantado un hombre como Job, quien fue capaz de renunciar a todo sin negar el Nombre de Dios. Qué tremendamente difícil es renunciar a pequeñas cosas, a comodidades, a lo efímero que ofrece este mundo.
Pero hay hombres, hay mujeres que una vez recibieron el llamado de Dios, recibieron la orden del Todopoderoso para denunciar la obra de Satanás, pero ellos decidieron callar; no muchas veces el hombre ve la mentira dentro de las iglesias, ve la falsedad , y muchas veces calla por miedo a ser rechazado, o por causa de sus ambiciones personales o porque son amigos de aquellos corruptos. Jeremías tuvo que levantarse contra su propia familia, contra los gobernantes, contra muchos; sus propios amigos se burlaban de él, hablaban escarnio de él; donde estaba el profeta escuchaba murmuraciones de muchos. Muy pocos van a honrar a un hombre que se levanta y entrega la palabra de Dios, muchos se van a dedicar a hablar falsedades contra el vocero de Dios, con el fin de destruirle; muchos van a querer callarle pues tienen miedo a ser descubiertos, porque hay cobardía en ellos, puesto que saben que se levantó un profeta de Dios, saben que se ha levantado un hombre que está hablando en Nombre del Santo Dios y van a ser descubiertos.
«Porque oí la murmuración de muchos, temor de todas partes: Denunciad, denunciémosle. Todos mis amigos miraban si claudicaría. » Muchos esperan que usted caiga, están viendo cada paso, están viendo en qué puede caer para denunciarle, en qué puede usted caer para publicarlo. Allí estaba el profeta, muchos esperaban si renunciaría, «quizá se engañará». Muchos saben que usted habla de parte de Dios, pero comentan «se está engañando, está yendo contra todo, se está levantando contra todos». Pero ahí está el fuego ardiente en nosotros: queremos callar y regresar, pero no podemos, debemos continuar camino.
«Quizá se engañará, decían, y prevaleceremos contra él, y tomaremos de él nuestra venganza. Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante por tanto, los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no »prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada. » Jehová está con usted, como un poderoso gigante. Cuidado aquellos que osan levantarse contra los verdaderos siervos de Dios. Cuidado a los que murmuran contra los verdaderos de siervos Dios, los que persiguen a los enviados de Dios van a tropezar, no van a prevalecer, serán avergonzados en gran manera, no prosperarán, trabajarán harán muchas cosas, pero siempre estarán arruinados, sujetos porque se levantaron contra los hombres y mujeres de Dios. Pueden trabajar 24 horas, pueden granjear todo este mundo, pero no surgirán, qué terrible es levantarse contra un hombre de Dios, contra un verdadero siervo del Señor. Aquellos humillados, perseguidos y pisoteados por causa de Dios sufren afrenta. Tendrán perpetua confusión aquellos que se levantan contra estos pequeños, y jamás serán olvidados por Dios. Aquellos pillos, abusadores, que toman el Nombre de Dios y engañan a los pequeños.
Hace algún tiempo llegó a Antofagasta (importante ciudad del norte de Chile) uno que se llamaba a sí mismo «siervo de Dios», y en el lugar que se alojó sólo dejó dolor, destrucción en las vidas de los que confiaron en él.
Pero aquí hay una palabra fuerte:
«por tanto, los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada. Oh Jehová de los ejércitos, que pruebas a los justos, que ves los pensamientos y el corazón, vea yo tu venganza de ellos; porque a ti he encomendado mi causa. Cantad a Jehová, load a Jehová; porque ha librado el alma del pobre de mano de los malignos.» ¿Está pasando dificultades, o dolores, o está pasando tantas cosas por amor al Señor? Él conoce sus pensamientos, lo que hay en un corazón, él sabe si usted actúa bien o mal, si hay buenos pensamientos para su obra para su avance o si hay allí muchas cosas que le entorpecen para seguir adelante.
«Maldito el día en que nací; el día en que mi madre me dio a luz no sea bendito. Maldito el hombre que dio nuevas a mi padre, diciendo: Hijo varón te ha nacido, haciéndole alegrarse así mucho.» Era tan fuerte el dolor, la persecusión que este gran profeta sufría, que maldijo el día de su nacimiento, el vientre de su madre. Hasta tal extremo llegaba el dolor de este siervo que ya no podía, pero había permitido que Jehová lo sedujese, que lo tomase, lo venciera, por tanto tenía que seguir adelante cumpliendo.
«Y sea el tal hombre como las ciudades que asoló Jehová, y no se arrepintió; oiga gritos de mañana, y voces a mediodía, porque no me mató en el vientre, y mi madre me hubiera sido mi sepulcro, y su vientre embarazado para siempre. ¿Para qué salí del vientre? ¿Para ver trabajo y dolor, y que mis días se gastasen en afrenta?» Eran las preguntas que Jeremías hacía a Dios. Muchas veces usted ha dicho «¿para qué nací, para qué estoy me levanto en el Nombre del Señor si nadie me cree?» Qué importa que nadie le crea, si usted sabe que está haciendo la voluntad neta del Señor. Mientras su voz no se apague, siga adelante, siga denunciando, siga hablando en el Nombre de Dios, siga tomando el Nombre Santo para avergonzar a los mentirosos, a los que han tomado los lugares que no les corresponde.
Quiero orar con usted, pedir al Señor esas fuerzas que solamente Él puede poner. Quiero pedir ese fuego ardiente en nuestros corazones, que siga quemando nuestras huesos y nos dé las fuerzas necesarias para continuar. Que cuando más difícil se haga el camino, sea cuando más podamos mirar a lo alto y veamos que en medio de esas neblinas hay un pedacito de cielo, que nos recuerde que más allá está nuestro amado Señor sentado a la diestra del Padre, y que está dispuesto a sostenernos a alentarnos y que si sufrimos acá un día allá vamos reinar, ya no tendremos cuentas que pagar, no van a haber dificultades y todo será perfecto. Vamos a clamarle por la valentía, por los pocos valientes que se atreven a denunciar la obra del enemigo, por aquellos pocos que se atreven a desenmascararlo, por aquellos perseguidos por la causa de Dios.
Oremos:
Amado mío, usted es mi Amado, Jesús. No hay otro como usted, Incomparable Dios de Israel, Dios de los Ejércitos, de los escuadrones , Señor de señores, Dios de dioses, Rey de reyes. Amado mío, a quién más podemos ir, si solo en usted lo encontramos todo. Oh Señor, de usted vienen las mayores alegrías, el mayor contentamiento, el ánimo nuevo cada día. Oh maestro, aunque todos fallasen, aunque todos nos abandonasen, e incluso nuestro padres se olvidasen de nosotros, con todo usted siempre nos recogerá, y nos tomará, y nos elevará hacia lo alto. Amado mío, ahora pido que se levanten muchos valientes, Jehová de los ejércitos, que se levanten hombres y mujeres con la valentía de ese profeta Jeremías, con esa decisión en sus vidas a causa Jesús. No importa, Señor, que a veces sintamos que no podemos más, que por momentos digamos como este gran hombre «maldito el día en que nací», pero mientras hagamos la voluntad suya, usted enviará fuerzas cada día. Oh Dios, cuantos hombres y mujeres no quieren escuchar, cuantos hoy quieren hablar según su propio corazón y pensamientos. Cuantos hombres conducen mal a otros, pero yo pido que se levanten verdaderos profetas que se atrevan a denunciar, que puedan llamar a la maldad por su nombre. Sí, forme a siervos suyos que verdaderamente quieran cumplir con sus mandamientos, que no se vendan, que no trancen con Su Palabra, que amen a Su pueblo para que así nunca olviden que Usted es el único Bien para ellos. Mi amado Dios, la tierra necesita hombres y mujeres así. AMÉN.
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